I
Heme aquí en el laberinto.
Detrás de los muros, sin monstruos en la niebla
sin nadie en las fronteras, en el abismo del silencio
solo en el laberinto.
Ariadna desaparecerá en Lima un lunes por la mañana,
sin que nadie diga nada, porque los desparecidos no sorprenden.
Las voces callarán y su cuerpo desnudo
y brillante explotará en mi mente
caerán las visiones de sus senos en las calles hechas nudos.
Atravesaré mi piel y sólo brotará asfixia de mis poros
hundiendo mis músculos en mis órganos
golpeándome con los recuerdos de sus ojos
golpeando / me
cortando / me
en par tes
para olvidar los restos de sus rastros en mi memoria
tres voces son las mías/una tribu habitando mis vísceras
¿Será que la ira vuelve los deseos en mitología oscura?
La enfermedad de la ausencia ha vuelto frágil
las avenidas conocidas.
El mismo color de la madrugada
me ocultará en su sexo
me mantendrá en las curvas
que son líneas y no salidas de neón
porque no hay escape, ni umbrales
para ubicar una luz de salida.
Ni gritar, ni ocultarme servirán para atravesar los muros
Necesitaré golpear una pared
dentro mío
para percibir
el abismo
abismo abismo
entre el
ingreso y
la salida
porque en
mí habita
el
laberinto.
II
A través de mis muros
percibo el universo dividido en grietas.
Yo soy la ciudad de las murallas,
Lima es un abismo.
Y corro tras las sombras que aparecen
para evitar las pastillas y la ausencia.
La Av. Costanera ha sido destruida por la indiferencia.
Mi malecón no es el de Martin Adán,
pero tiene la misma niebla densa.
Mi cuarto amor fue Ariadna,
pero ella no pudo soltar un hilo
ni un susurro
para rescatarme
porque no puedo separarme
ni salir de mí
mi destino es deambular por los pasillos
de mi inconsciencia
buscando el recuerdo perfecto
para explotar y atravesar mis deseos
con mi ira eterna.
Yo soy las murallas de mi ciudad.
III
Oh, Dédalo, viejo creador de muros
¿Cómo lograste escapar de ti?
¿Cómo trasgrediste tus visiones?
Yo no puedo crear las alas,
se volverían polvo
y caería como Ícaro
caería
en lo más profundo
de mí
y ya ni siquiera
habría muros
sólo oscuridad silencio ausencia.
Oh, Dédalo, viejo creador de muros
¿Cómo romper mis murallas?
¿Cómo dejar de ser laberinto?
para ser sólo un hombre
o un cuadrado
o un zapato
o una puerta
una puerta
para traspasar las fronteras
y no ser tantas dudas
y curvas
y encontrar
una salida
fuera de mí.
IV
He despertado desnudo sobre los muros del laberinto
observo los campos y frutos sagrados
la luz me ciega
no emito sonidos
brota espuma de mis ojos
no dejan de vibrar mis deseos
por saltar
y dejar atrás todo.
Dejar mi todo
o sólo partes
dejarme atrás
y ser un hombre
con grandes simplezas
pero un aliento despierta mi cuerpo cansado
bajo la mirada
y veo mi reflejo
oscuro sucio violento.
Son los ojos del Minotauro
son mis ojos
y tengo miedo de luchar contra mí.
Es el destino luchar luchar luchar
contra mí y por mí
para salir a los campos
donde se encuentra Ariadna.
Y abrir la puerta
el único umbral
que habita en mí.
Y tengo miedo de ser umbral y laberinto.
Son mis ojos los de la bestia.
Son mis murallas las que he de romper.
LEO CUBAS RUIZ (Lima, Perú)
Artista escénico, dramaturgo, director de teatro y poeta. Egresado de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad Científica del Sur. Miembro fundador de Manada Asociación Cultural. Como artista escénico trabajó en el Programa de Formación de Públicos del Gran Teatro Nacional (2015). Ganador en los Juegos Florales de la Universidad Científica del Sur en los años 2012 y 2016. Como director destaca Entre ratas y gorriones de Sergio Arrau, en el Centro Cultural Mocha Graña (2014); como dramaturgo y director Encuentro obra puesta en el Teatro de la Alianza Francesa de Miraflores (2017) dentro del marco del Festival de Teatro “Escena Sur”. Ha asistido en dirección a Carlos Tolentino, en la obra Cruzar la Calle de Daniel Amaru Silva, durante las temporadas en el Teatro MVLL y en el Centro Cultural U.LIMA y en el Festival Internacional de Teatro, MIRADA en Santos-Brasil (agosto, 2016).